miércoles, 20 de julio de 2011

García, el presidente anticomunero

DIARIO 16: Columnistas | 19-07-2011 | Javier Torres
En 1987 el joven presidente Alan García ,promulgaba, con su habitual orgullo, La Ley General de Comunidades Campesinas y La Ley de Deslinde y Titulación del Territorio Comunal. En aquel tiempo García dialogaba directamente con los presidentes comunales en los llamados “Rimanakuy”, evitando así la incómoda intermediación de la Confederación Campesina del Perú y la Confederación Nacional Agraria, de tendencia izquierdista.

En aquellos años el Perú vivía azotado por la violencia de Sendero Luminoso, que era un enemigo declarado de la organización comunal y de sus costumbres, a las que veía como prácticas atrasadas y ancestrales que serían superadas por el colectivismo totalitario del maoísmo senderista. Del lado de las fuerzas del orden la visión era otra, pero igualmente negativa, ya que consideraba a las comunidades campesinas como baluartes de la subversión.

Aquella ley del año 1987 significó un hito en el reconocimiento de derechos de una institución y de la forma de organización que las familias indígenas y campesinas se dieron para poder vivir en un medio sumamente complejo y en contextos políticos y sociales donde quienes gobernaban el país no tenían el más mínimo interés en su desarrollo. Cierto es que hubo en nuestro pasado preinca una forma de organización a la que hemos llamado ayllu, cierto es que el gran organizador del Virreynato, Francisco de Toledo, creó las llamadas reducciones de indios, y que el Presidente Leguía, en 1920, las reconoció como Comunidades de Indígenas. Y todo ello es parte de una larga historia.

Elpaso del tiempo fue transformando a esta forma de organización, que no se mantuvo inmutable como quisieran algunos neo indigenistas que solo ven en ellas la arcadia perdida, o como cree el señor Presidente, quien al término de su segundo gobierno ve en las más de 5600 comunidades campesinas reconocidas “una institución que hace 500 años mantiene a la población en la miseria en la que está” y que hay que superar “estas formas un poco arcaicas y atávicas de creer que la pobreza es santa y que la organización de la comunidad campesina es una invención divina que vino con los incas”.

Como tantas otras veces, el Presidente juega con las palabras para reinventar la historia y la adecua a sus intereses, expresando un enorme desprecio por quienes con su trabajo cotidiano, y en condiciones muy duras, han sido celosos guardianes de nuestros recursos naturales, sin ningún apoyo del Estado, que hace años solo ve a las comunidades campesinas como bolsones de miseria a las que hay que atender con dádivas y programas asistenciales.

En un contexto en el que hasta las empresas mineras evalúan la posibilidad de hacer socias de sus proyectos a las comunidades campesinas y en el que la mayoría de las regiones donde se encuentran estas votaron por Ollanta Humala, las declaraciones del Presidente García son un triste colofón para una gestión que creyó que el desarrollo del país solo se podía lograr con la afirmación de la exclusión y el racismo, y el rechazo a nuestra enorme diversidad cultural.

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